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UN DOMINGO DOMINGUERO

Estaba en mi casa, a eso de las ocho de la tarde, tranquilo, relajado ... ups llamada al móvil, ¿quién será? ¿quién se ha atrevido a romper mi relax? ... Anda, si es José Antonio, ¿qué si quedamos mañana a entrenar? espera que lo consulto con mi "asesora de tiempo libre" - cruce complice de miraditas con mi mujer- José , ok , a las 8 de la  mañana en Portacoeli, tranquilo que haremos la cortita, la de ocho...
Así es como hay que plantear los entrenamientos, con rapidez, por lo que el domingo, tradicional día de descanso, madrugo... madrugo mucho, me calzo las zapatillas, las mallas nuevas que el sábado me compré en la tienda Decathlon, el paraíso del dominguero amateur, y a por José.
Empezamos a correr sobre las ocho y diez, más o menos, el día es bueno, pero todavía hace bastante fresco, corremos por esa ruta que Alfredo me enseñó,con dos variables, corta o larga, si estuviera Alfredo haríamos la larga, doce kilómetros, pero yo prefiero hacer la corta, me justifico pensando que ocho kilómetros para un día festivo no está mal.
Conforme avanzamos nos vamos contando las sensaciones del Domingo anterior, comentamos que tal pasamos la carrera de  la Vall D´Uixo, de las secuelas de las malditas agujetas... y de lo a gusto que uno se queda cuando, después de mucho esfuerzo, cruza la meta, nos da igual el puesto, por el momento... la competencia ya vendrá, cuando estemos más fuertes, ahora nos satisface acabar bien, contentos y satisfechos.
Cuando subimos la trialera, al terminarla y mirar hacia atrás, vemos Valencia, perfecta, brillante y festiva, Nou d´Octubre se celebra hoy, pero nosotros lo celebramos donde más nos gusta, en la montaña, al fin y al cabo, la cartuja de Portacoeli también es un gran símbolo valenciano, por lo que no dejamos de reivindicar la fiesta.
Por la ruta nos cruzamos  a toda esa fauna "Calderoniana", ciclistas, senderistas, domingueros... en algunos notamos la miradita típica que le echan a uno cuando corre por la montaña, esa de ... éste esta mal de la cabeza, otros nos han alabado y animado.
Al final lo dicho, ocho kilometritos, una hora quince minutos, creo, pero nos queda lo mejor, el más duro entrenamiento del domingo, nos falta la otra montaña, la infantil, nos vamos a casa, nos duchamos y volvemos otra vez al mismo sitio, pero esta vez con toda la familia, a disfrutar del parque de la montañas, como lo llama Iván, del café de termo, y de la paella, osea, el tradicional domingo dominguero.

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