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XII+I SUBIDA A LA NEVERA...I SUBIDA AL CONGELADOR

Gran carrera el sábado en Atzeneta, con un nuevo recorrido aumentando su distancia en algo más de un kilómetro en comparación con la edición pasada, este año  han sido  27.6 kms y aumentando también su desnivel en unos cien metros positivos por los que en esta edición se salvaban 1100 metros de desnivel.
Vamos que la  ficha técnica sería algo así, muchos kilómetros  y mucho desnivel, eso sí, el recorrido precioso... muchos más senderos que en años anteriores y menos pistas aburridas. Senderos que unían las masías del lugar recuperados con gran esfuerzo por el Club de Montaña de Atzeneta.
Por lo demás un poquito lo de siempre... nos fuimos hacia Atzeneta a eso de las cinco y media de la mañanita, todavía de noche, y con un frío más que respetable en Museros, pero nada que ver con lo que nos encontramos al llegar allí.
El refranero español es amplio y sabio, uno de mis refranes favoritos es el que dice así " cuando el grajo vuela bajo, hace un frío del carajo"  pues bien... para que os hagáis una idea hasta los grajos estaban refugiados en sus calentitos nidos. Decir que hacía mucho frío se quedaría corto, 3 graditos pero con un viento racheado frío como un tempano que aumentaba la sensación de frío intenso.
Abrigados como esquimales y con la impresionante visión del imponente Penyagolosa nevado en su cumbre comenzamos a correr a las 8 en punto de la mañana.  Pronto las posiciones naturales, Alfredo y Miguel delante y yo por atrás, defendiendo su retaguardia. 
Poco a poco y tras varios atascos en alguna subida, el pelotón se estira y va poniéndonos a cada uno donde merecemos. 
En la montaña no valen los ritmos por kilómetro y la única estimación de tiempos te las dan tus piernas, las circunstancias y librarte de algún accidente.
En el kilómetro 10 llevaba dos horas y ya solo me quedaban 4 de subida, por lo que pensaba que estaría en el objetivo de las 4 horas y media, pero a partir del kilómetro 14 sufrí problemas musculares y todo parecía venirse abajo, pero entonces la madre naturaleza me supo compensar y ante mis ojos me dejo disfrutar de la nieve que había caído horas antes.  No me pude resisitr y pare a tocarla, hice fotos y de paso la utilicé de relajante muscular, lo que me alivió bastante.
En la única bajada técnica del recorrido la estrené como un verdadero campeón, tres pasos y caída. Pedazo leche que me propiné de regalo. Cuando me levanté inspeccioné mi poco curtido cuerpo y observé tranquilo que estaba entero, pero mientras lo confirmaba, en mis pensamientos, escuchaba la voz de mi madre diciéndome que estamos locos, que a quien se le ocurre, que un día me voy a matar, etc, etc
Agarrotado por el miedo tardé en hacer un kilómetro de descenso 20 minutos y en ese descenso estuvo el objetivo de la carrera, en es descenso se escapó definitvamente. Es lo que tiene la montaña, el silencio te deja pensar en muchas cosas... por ejemplo, si me caigo 10 metros más adelante posiblemente me hubiera caído por la ladera, o en unas zarzas... estoy solo, y si me rompo algo ¿cómo me sacan de aquí? Entre pensamiento y pensamiento termine de bajar y me senté para beber agua y comerme media barrita que me quedaba. Empiezo a andar para repartir proporcionalmente la adrenalina segregada en el susto a partes iguales por mi cuerpo y empiezo a plantearme un objetivo nuevo.  Acabar e irme a casa.
Con desgana pasan los kilómetros pero los minutos golpean mi ánimo, uno a uno van sumando y de paso me van minando mi moral, voy solo ya que al grupo le he perdido en la bajada, pero muy muy perdido.
No me encuentro a gusto y solo quiero acabar, cuando corro no es por  mejorar tiempo es por llegar antes y finalizar, no tengo motivación... eso se llama CRISIS y en la montaña puede ser letal.
Pero de nuevo la naturaleza me va a hacer otro regalo, y este super especial... tengo un encuentro con un animal inesperado, un zorro... nunca antes había visto uno. El animal se cruza en mi camino, serían 5 segundos, pero cinco segundos maravillosos. Me detengo sorprendido y él asustado corre a refugiarse, y eso fue todo. Fugaz pero intenso.  No podría ser de otra manera siendo un zorrillo, rápido y astuto.
Animado por la visión sigo andando, más andando que corriendo, pensando que debo ser el último pero entonces oigo voces.  Me siguen dos corredores, ya tengo chute de motivación. No me adelantan ni muerto. Los vigilo por el rabillo del ojo, tampoco quiero que piensen que me estoy picando, aunque me esté picando. Oigo que corren, yo también corro. Oigo que paran, yo corro más. Oigo que hablan, me jodo, voy solo y no quiero aparentar que estoy loco, aunque lo esté un poquito.
Kilómetro 25, mal puesta la señal para rematarme, mi infalible runtastic marca 24km y además el pueblo se ve que no está a dos kilómetros de allí, pero que más dará. Total... por un poco más. Bueno tiempo vergonzoso, cinco horas 10. Miguelon de paseo 4.23. Freddy se vio obligado a retirarse por unos dolores abdominales que le impedían correr (vamos que se cagaba vivo pero dolor abdominal mola más, suena a profesional)
El año que viene, como ya dije el anterior, no vuelvo. Ni de coña. Pero esta vez en serio. NI DE COÑA.

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